martes, 2 de septiembre de 2014

La pelota

La pelota

Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde, le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén.
Al principio, mi abuela me dijo que no podía comprar una, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita -pronto para correr- yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la maquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo, ella no me persiguió: empezó a revolver en un baúl y a sacar trapos. Cuando me cuenta de que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. La pelota la usé igual (por obligación), pero mis amigos se reían por que tenían pelotas de verdad y eso me molestaba mas que tener una pelota de trapo. Entonces me puse a pensar "y si junto plata?" y empecé a quedarme con los vueltos de los mandados que hacía de vez en cuando. Empecé de monedita en monedita. Cuando estaba por llegar a la cantidad necesaria estaba caminando hacia casa y me corrió el perro de un vecino y perdí la mitad de ella y se me hizo cuesta arriba. Pero gracias a dios que mi hermano mayor me prestó algo y por fin me la pude comprar. Mis amigos vinieron actuando raro como si estuvieran arrepentidos de haberme molestado y querían jugar. Yo no los dejé y me puse a jugar con mi hermano mayor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario